viernes, 24 de abril de 2009

Una mole flotante, otro hito para Nueva York

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Carniceros de día y travestis de noche. Éste era el público habitual en las calles adoquinadas que se extienden al oeste del Greenwich Village, en el distrito Meat-pack. Poco queda de las fábricas de procesamiento de carne que dieron nombre a la zona. Los fashionistas que pueblan hoy sus aceras han acortado incluso el nombre del barrio; ahora lo llaman MePa. Hace tiempo que la piscina del ático del Soho Club, o el brunch en restaurantes como Merkato 55 son una parada imprescindible en la agenda de las vanidades neoyorquinas. Ahora, las 18 nuevas plantas de cemento y cristal del Standard Hotel -el nuevo proyecto de André Balazs, propietario de la cadena que nació en Hollywood en 1998- reivindican su lugar como epicentro de la modernidad. Es la nueva sensación en una isla plagada de hitos.

El imponente edificio de líneas depuradas y sabor sesentero ha sido saludado con entusiasmo por la crítica. En línea con Le Corbusier el diseño de Polshek Architects retoma la estética brutalista y hace virtud del cemento. La fachada, acristalada, hace un guiño al edificio de la ONU. Rotundo y sólido, el nuevo Standard, sin embargo, parece flotar gracias a los inmensos pilares que elevan sus plantas. El edificio crece por encima de las vías del viejo highline, el tren elevado de los años treinta que alejaba el trajín de vagones y mercancías de la calle. En los ochenta, las vías cayeron en desuso. Ahora la ciudad de Nueva York las está reconvirtiendo en un paseo público ajardinado cuyo primer tramo se inaugurará este verano.



info: El País

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